Vellocinos de oro susurran tu nombre
llevándome al abismo
donde crespones negros
adornan mi alma.
Pronuncié tu nombre esperando que aparecieras y me consolaras.
No fue como lo imaginé.
Simplemente no fue.
Los infantes cantan gritos
esgrimiendo púas aladas
dirigidas a mi.
El silencio me lleva a ti.
Los gritos me llevan a mi.
Mi egoísmo me destruye.