Escrito 8

Documento que se preparó para presentar a un concurso de Caja Canarias en el año 1997 (Fecha no segura ya que incluye poesías anteriores por lo que puede tratarse de un documento inicial modificados posteriormente). No se presentó. Colección de poesía.

Al principio estaba solo,
y ahora ni siquiera eso,
pues la muerte del ser
conquistó las figuras estériles
y acabó con la gaviota alma
que llevaba por la vida.


El vértice del círculo
es un niño muerto,
un hombre aplastado,
una mujer rota
y un joven sin sueños.


Estoy vacío, nada habita en mí,
ni mis propias carnes están dentro.  

A veces siento a Dios
pero en seguida se va de mi
o me voy yo de él.

Siento, a veces, llorar mi ser
pero no es el ser quien llora,
es la cascada de mi mente,
la gaviota de mi alma la que llora por no sentir,
por no poder vivir.


Perdido entre las gotas de agua de mi cuerpo.
Perdido entre los sollozos de un niño pequeño,
que es mi alma.
Perdido entre las palmeras de un porque sin luz.
Así estoy yo. Perdido dentro de mi mismo
pero encontrándome con la fresca,
única, dura, real y matadora, realidad
que me dice: Hay un Dios, hay un Dios, hay un Dios,…


Perdido entre las gotas de agua de mi cuerpo.

Perdido entre los sollozos de un niño pequeño,
que es mi alma.

Perdido entre las palmeras de un porque sin luz.
Así estoy yo. Perdido dentro de mi mismo
pero encontrándome con la fresca,
única, dura, real y matadora, realidad
que me dice: Hay un Dios, hay un Dios, hay un Dios,…


Todo se quema,
en la lumbre del diablo.
Todo termina
en el pozo del mal,
mi historia empieza
en una hoguera
¿Cómo crees tú
qué me voy a salvar?


Entre los montes diabólicos
de las noches oscuras,
todo tiembla en mí,
y mi alma, como gaviota, se va,
mi mente, como hoja seca,
la arrastra el viento
y mi corazón, sólo por estar atado,
se queda dentro de mi, marchitándose

Entre los montes esperpénticos
de las noches y días oscuros
todo tiembla en mi ser….


Quiero huir del planeta de la muerte
y retornar a aquel que da vida.
Pero ya no sé donde se encuentra,
ya lo he perdido de vista
ya no lo veo, ni lo siento,
ni lo sueño y apenas lo recuerdo.
Todo era bueno y malo a la vez,
todo era sueño y realidad a la vez
y siempre luchábamos por vivir.
Pero en este país de la muerte,
las almas vuelan, se mueren en el fuego.
Las mentes estallan, se vuelven locas
y los corazones, amarrados a cuerpos,
a masas de huesos y carne,
se desviven por sentir el amor.
La tristeza me vuelve a hacer llorar
y siento que todo yo me desintegro
porque busco la forma de salir de él
pero lo que no sé es a donde iré,
porque el planeta de la vida,
para mi ya no existe.


Mi cuerpo ya no es puro y virgen,
todo ha sido violado por la muerte.


Se hizo la luz,
y todos adoraron al nuevo Dios.
Se hizo el fuego,
y todos adoraron al nuevo Dios.
Se hizo la lluvia,
y todos adoraron al nuevo Dios.
Se hizo la muerte,
y todos temieron al nuevo Dios.
Un Dios para la luz que me ciega,
para el fuego que me quema,
para la lluvia que me arrastra
y para la muerte que me aterra.


Loco, loco por sentir lo que siento.
Loco, quizás, por abrazar los azules ángeles.
Loco por conquistar la fea estampa de tu alma.


En una habitación del hotel,
hoy se muere un niño,
hoy renace una flor,
hoy muere mi alma
para renacer luego un yo.


Grita ciprés solitario,
que buscas un alma viva.


Nada llega el final,
todo se destruye en mi.


La vieja y pesada paloma
que rayaba el cristal azul del cielo,
que penetraba el algodón blanco de las nubes,
que hacía un surco de tristeza en el universo
se ha posado en mi corazón
no dejándome vivir
ni siquiera con perdón.


Quisiera gritar eternamente
y tomar copas de roja sangre.

Quisiera cantar cada mañana
y acariciar torpes manos de enamorados.

Quisiera vivir cada noche
y alabad a los dioses de la noche,
pero la muerte me parte,
y la vida me viola.


Quisiera morir
y no tener que llorar
por mi propia muerte.


Bebo en finas copas de cristal
la sangre de mi cuerpo.

Bebo en finos vasos de vino
la sangre de mi mente.

Bebo en finos vasos toscos de muerte
la sangre de mi alma,
que ya no es mía,
sino de esa persona que me asesina.


¡Oh Musas estériles!
de fetos negros y podridos,
que estáis habitando en mi.
¡Oh Demonios angélicos!
de hombres sin rostro y feos,
que estáis matando mis seres.
¡Oh Angeles musicales!
de silencios oscuros y olvidados.
¿Qué queréis de mi?
¿Y por qué me habéis robado
la estatuilla de serrín?.


Sol que produces miles de estrellas
alineadas en el mar del horror
dime: ¿Quién me ha traído
a este lugar para morir?.


Recónditos pensamientos locos
de odios y de pasión,
están ocupando los vértices
de esta sucia alma;
que busca desenfrenadamente
una escapada inadvertida
al mundo del amor
sin contar con la razón.


Un millón de estrellas
me están mirando.

Ven como muero y desintegro;
ven como las lágrimas,
océanos de ansiedad,
se pasean por mi cara
pudriéndola y enegreciéndola.

Ven como las sonrisas
de la amargura y la tristeza
corrompen a un cuerpo
que casi ya está muerto.

Ven como mi alma,
solitaria e insensible
se convierte en horrorosa
cara de diablo.
 
Un millón de estrellas
me están mirando,
y me están viendo morir
porque no he sabido amar 
ni querer a nadie
excepto a mi.
            
Un millón de estrellas
me están viendo morir.


Oigo coros celestiales.
Oigo campanadas divinas.
Oigo gritos perdidos.
Parece que los sonidos
de la muerte se acercan a mi.
Oigo coros celestiales
que canta dulces melodías
de odios y miedos.     
 
Oigo campanadas divinas
que retumban en el aire
asesinando a dulces pajarillos.          
Oigo gritos perdidos
que salen de dentro de mi,
hacia otro universo
donde allí sean, quizás,
escuchados por alguien
que me quiera.
 
Sin duda esta es la muerte 
que se me acerca,
pues sus coros celestiales,
sus campanadas divinas
y sus gritos perdidos
así me lo indican.


¿Tan mal está el tiempo?
¿Qué deja escapar
los latidos de su corazón
hacia las puertas del odio?
 
¿Tan mal está el mar?
¿Que deja quemar
las olas de su cuerpo
en las rocas del diablo?
 
¿Tan mal está la vida?
¿Que deja soñar
las ilusiones de su vida
hacia las barreras del amor?
 
Todo está mal,
nada se puede controlar.


Bebidas de amor
enlazando están mi corazón;
rompiendo mi niqui,
nublando mi razón,
abrumando mis sentidos, y
rodeando mi alma loca de amor.
Donde todo es muerte
o todo destrucción.


Muere mi ego
pero no da frutos.


Rozas mi mente
con tus labios
y grito de pena
porque ya no amo.


Grita mi alma.
Sueña mi mente.
Muere mi cuerpo.


Todo termina.
Todo llega a su final.
Nada puede perdurar
en este mundo infiel.
Donde todo es muerte.
Donde todo es odiar.


Las lágrimas retorcidas
de los caballos alados,
los gritos de horror
de los niños no natos
y los suicidas de la muerte
de la ilusión no compartida,
me dicen que es así:
que vive en la vida
y no en la muerte,
que vive en el sol
y no en la luna,
que vive en el mundo
y no en la imaginación
de un triste hombre.
Así debe ser mi amor,
sol de muchos soles,
mundo de muchos mundos
y vida de muchas vidas.
 
Aunque muchas veces
no me de cuenta
y piense que es muerte
de la vida,
cuando realmente es vida
de la vida.


Grita solitaria ola
que llegas a mi orilla.


¿Qué es amar?
¿Decir adiós?
¿Decir horror?
¿O recostarte en la luna
y dejar que la muerte llegue a ti?.


Los tristes mirares de las hojas perdidas
me encierran en un arco de dos vértices.
En uno se encuentran el bien
en otro me encuentro yo y mis almas.
¿Que haré yo para llorar?
¿Qué haré yo para soñar?
¿Qué haré yo para vivir
pero a la vez no sentir?
¿Acaso morir?
Señor, ¿Dónde te has ido hoy?
No te veo, ni te escucho
simplemente escojo mis preceptos
que me pueden llevar a ti.
Sueño en que algún día
yo te podré ver, pero hasta entonces..
¿Qué haré yo para vivir?
Acaso ¿Soñar por ti?.
Los papeles de mi mente,
las hojas de mi alma
esperan por Ti y a Ti,
no te retrases
ya que pronto moriré
y no quiero dejar de existir
sin antes verte en mi.


Llama a la puerta de mi alma.
Llama a la puerta de mi cuerpo.
 
Verás que estoy sólo,
que tomo café 
en tazas de oro y marfil
con platos de plata y mimbre
la ilusión perdida
de un hombre sólo.


Mi única casa, donde vivía
uno de mis egos, el del amor,
ha sido retorcida por el dolor,
la mentira y el odio de un demonio.
a mi cuerpo y alma
y los llevan al camino
de la desesperación y la muerte.


Paseando por las locas calles
que embadurnadas de vino
y de amargura oculta,
que el Sol está muerto
y el silencio roto.


Desde la alcoba
que conduce al infierno
formulo una pregunta,
buscando una respuesta,
porque estoy condenado
a la muerte perpetua.


Olvida que nuestras palabras 
un día se cruzaron rozando la cúpula del cielo
y rompiendo las nubes de la desesperación.
Olvida que vivo en el mundo,
pues existo en el infierno, 
por que no merece la pena
pensar en un ser demoníaco
donde su alma es hueca,
su mente esta en ruinas
y su cuerpo es pasto de buitres.
Olvida incluso que me conoces,
que sabes mis pasos, y yo los tuyos,
por que el horror y la muerte,
la indiferencia y el odio,
el rencor y la venganza,
el olvido y el miedo,
el llanto y la angustia,
la desgracia y la destrucción
son las figuras estables
que giran a mi alrededor.
Olvida, también, que he escrito
estos versos de agonía, no merece la pena 
recodar ni siquiera mi tedioso nombre.
Olvida.


¿Por qué cada vez que te veo
haces que mis sentidos se
alteren y produzcan el caos?
¿Qué hay dentro de ti
que cuando me llega
el perfil de tu sombra
hace que todo mi cuerpo
tirite de angustia y dolor
por que sé que estás cerca
y no te puedo amar?
¿Por qué cada minuto,
cada segundo que espero,
para ver aunque sea
el aire que has respirado,
todo yo me estremezco 
en los campos horribles
de la dulce agonía?
¿Es que estoy amándote,
queriéndote o sencillamente
veo en ti la infinidad
del amor que nunca encuentro?
Respóndeme Tú, ser querido,
que me produces 
estos sentimientos
y aún no te has
percatado de ello.


IESU CHRISTI.
Sálvame del horror
que me rodea.
De los infinitos ángeles,
de los diablos decapitados,
de lo gusanos horrendos
que poco a poco 
comen mi carne,
tierna y violada,
y convirtiéndola en
excrementos de vida,
de mi vida.

IESU CHRISTI.
Líbrame de la muerte
que palpa cada célula,
cada microbio enfermo
que fluye por mi sangre
ennegreciendo mi cuerpo
y mi mente, que ya
las arpías de la mentira
han transformado y quebrado
hasta el dolor que se siente
cuando lo único en infinito.


IESU CHRISTI.
¿No me oyes?
¿No oyes los gritos
que mi desbocada alma
levanta hacia Ti,
y parece que la única voz
que los escucha
es la del temible Diablo?
¿Ese diablo que lo único
que sabe hacer es angustiarme
y precipitarme al suicidio?

IESU CHRISTI.
Contesta ya,
que mi cuerpo violado,
mi mente atormentada
buscan una salida
hacia la felicidad
aunque sea en soledad.


Los caballos alados que rodean mi mente,
que escrutan el alma de este cuerpo,
cabalgan, vuelan hacia los más 
fijados en la imaginación,
Si, lloro esta noche
en la que la muerte
surca mis venas y mi cuerpo
por que ya nunca más,
veré tu sonrisa
por que será todo recuerdos
lo que me quede de ti
ahora que tu te vas
hacia otro limbo;
por que las bocanadas
de aire que tu respirabas
en los botes de cristal y oro
que hice para ti.
Por que Tú te vas 
a otra cama, a otro mundo,
a otro país en el que yo
no habito.


IESU CHRISTI
¿Por qué mi alma
se empieza a podrir
con las bacterias del infierno?
            
¿Por qué mi cuerpo
empieza a vomitar
los sentimientos puros
convertidos en asquerosas
babas de perro rabioso?
            
IESU CHRISTI
Responde ahora o mi cuerpo
y mi alma huirán hacia otro mundo.      


Si el silencio supiera
que me estoy muriendo.
Nada sería igual
ni mi propia muerte.


La muerte se escurre,
pasea tranquilamente
entre mis delicadas manos,
entre mis dedos huesudos
a reclamar lo que es de ella
o lo que ella cree
que le pertenece.
Roza mi corazón angustiado
que estaba hechizado de amor.
Roza mi alma ingenua
que creía todavía en el amor.
Roza mi cuerpo deshabitado
que quiso sentir otro cuerpo
y lo único que consiguió
fue podrirse en la luna.


La forma pretérita
de mi alma está fría.
¿Qué ha sido de ese suspiro
primero que un día
soltó a las tinieblas
y a los horribles campos
del olvido?
Soledad hay en mi corazón
pero el habla del amor,
e ingenuo e idiota
dice que no
que amo y amaré,
¿pero a quién amo?
¿a mi muerte o a mi vida?
¿a mi silencio o a mi locura?
Mi mente, perdida en el mundo,
intenta vivir y pensar,
¿en quien?
¿en mi suerte o en mi destino?
No lo creo porque yo no tengo ni eso,
por que los silencios
de la noche me obligan
a callar mi agonía,
pero ¿qué agonía?
No lo sé.
Quizás estoy condenado
a ser sólo una semilla microscópica
en el infinito universo
de la locura que me envuelve.
¿Puedo desaparecer del
mundo estridente y
pecaminoso?


¿Qué son las circunstancias 
de la vida en mi inferno?
¿Me oyes solitario árbol
que vives en el desierto?
Caminos de oro y seda,
de plata y fino paño
prometió mi vida al
terrible Dios Verdadero.
¿Para qué?
Para ser perdonado
de todos mis pecados.
¿Oyes solitario árbol
el ruido de mi corazón?
Oigo campanas centenarias.
Oigo los ruidos del amor
que picotean…pero
¿En qué corazón?
No en el mio y con razón.
Iesu Christi
¿Me oyes tú que vives
en el centro del desierto?
Alma, esta loca de atar,
está perdida en soledad.


Cantos de ángeles son
cantados por mis cantantes,
¿Qué es lo que cantan?
El árbol del desierto,
que vive en el centro,
está nada más y nada menos
que seco de verdad.
¿A ti te importa?


Intento escuchar la música
que los ángeles cantan
en mi turbia alma,
pero sólo escucho
los gritos de horror
que los diablos cantan
junto a mi querida cama.


Grita solitario oasis
que vives en la selva.


¿Puedo reclamar al mundo
las horas perdidas
en las que no he hecho nada,
en las que no he amado?
¿O debo reclamarlas a Dios?


Las lágrimas del desamor
cubren la faz de mi rostro
que no amo.
Las lágrimas del desamor
cubren la faz de mi alma
que no adora a Dios.
Las lágrimas del desamor
cubren la faz de mi mente
que no deja de pensar en ti.    


Tras la ruptura de la forma
preterita que envolvía mi ser,
es como mi alma
se empezó a podrir,
en las llamas del infierno,
en las lumbres del odio,
en las garras del horror
que me lleva a la muerte.       


¿Me preguntas por qué 
estoy triste y abatido?
Por que un frío gélido
está atravesando mi alma
congelándola y no le 
deja sentir amor.
Por que un grito demoniaco,
que reclama mi muerte,
está descomponiendo mi mente
haciéndole sentir
un infinito dolor.
Por que un ejército de gusanos
están rodeado mi cuerpo
porque quieren su carne.
Y estoy triste por eso,
por que no vivo,
sino estoy muriendo en el silencio
en la oscura habitación
donde vive un ser.
Mi propia figura absurda.


Grita oscuro árbol de la media noche
qué sientes tú corazón parar.


¿De que sirve amar
esa ilusión perdida
de forma esbelta
y casi perfecta
que es tu cuerpo
si no me amas?
¿De que sirve adorar
ese último pensamiento
de una belleza divina
y supremo misticismo
que es tu alma
si sé que no me amas?
¿De qué me sirve vivir
en este mundo
si me ahogo y muero
al no poder amar
ni siquiera un suspiro
que sueltas por otra persona?


Si supieras que el silencio
clava puñales de maldición y odio
en mi alma que me hacen
retorcer y gritar de dolor.
Que la vida se escurre
entre mis dedos y aún así
sólo me parece vivir
un sueño plagado de miedo.
Que el tiempo pasa a mi alrededor
fijo e inmóvil, lo contemplo
esperando ese pensamiento
inhóspito y desesperado
que a voces canta a la vida.