No tengo paisajes idílicos.
No tengo playas de ensueño que mostrar.
Tampoco desayunos o cenas fabulosas.
Ni siquiera una escapada a la irrealidad de la conciencia.
Solo un gato y un amanecer nublado.
Y mis realidades observando.
o el lleno del vacío
No tengo paisajes idílicos.
No tengo playas de ensueño que mostrar.
Tampoco desayunos o cenas fabulosas.
Ni siquiera una escapada a la irrealidad de la conciencia.
Solo un gato y un amanecer nublado.
Y mis realidades observando.
El día soleado que amaneció se acaba y la noche avanza trepidante e inexorablemente. Ya Saturno y Júpiter custodian las llaves de los sueños. Marte ya surca el cielo, oscureciendo el cielo y tiñendo de negro a las tristes verdes hojas, que no han sucumbido todavía al otoño, solitarias gritan pidiendo clemencia. Termina el día y comienza la noche … hasta mañana.